El Lenguaje Corporal
El lenguaje corporal es el componente no verbal de la comunicación encargado de proporcionar información sobre el carácter, emociones y reacciones de nuestro interlocutor, a través del análisis de sus gestos y posturas.
El estado de ánimo se hace patente mediante el análisis del lenguaje corporal. Por ejemplo, al dudar de algo levantamos una ceja; cruzamos los brazos para aislarnos o protegernos; levantamos los hombros como expresión de indiferencia; tamborileamos con los dedos o con un pie, por impaciencia; nos golpeamos la frente ante un olvido; al sentirnos perplejos, nos rascamos la nariz; nos mecemos cuando sentimos angustia u oscilamos hacia adelante y hacia atrás sobre los pies cuando nos encontramos en una situación de conflicto.
Investigaciones posteriores lograron demostrar que heredamos en nuestra genética ciertas reacciones físicas básicas. Nacemos con elementos muy básicos de lenguaje corporal que nos permiten informar a otro ser humano sobre nuestras sensaciones de odio, miedo, agrado o tristeza sin haber aprendido nunca cómo hacerlo.
Al margen de esto, a lo largo de nuestra infancia debemos también aprender muchos gestos que tienen cierto significado en nuestra cultura y que quizá signifiquen algo totalmente distinto en otra.
Los sonidos innatos del ser humano, a diferencia de los signos verbales, surgen espontáneamente y significan lo mismo en todas las culturas. El grito, el sollozo, la risa, el rugido, el gemido y el llanto transmiten mensajes de la misma forma que lo hacen los sonidos de otras especies.
Cuando establecemos una comunicación con un interlocutor, el saludo es el punto de partida. Es conveniente mantener una actitud corporal de apertura, sin encorvarnos ni encogernos. Debido a que es nuestra primera señal de contacto, es importante ser consciente de cómo se encuentra nuestro cuerpo.
Sea el primero en ofrecer contacto visual, con una mirada directa a los ojos y sea también el primero en sonreír. Así se gana la atención de la persona.
El saludo verbal es el siguiente paso, que debe corresponder a la formalidad de la situación; finalizaremos el primer acercamiento presentándonos sin olvidar la utilidad de sincronizarnos con el lenguaje corporal del interlocutor, que es el último paso para establecer una conexión.
Una vez que se ha roto el hielo y estamos interaccionando con nuestro interlocutor, hay una serie de recomendaciones sobre lo que expresa nuestro cuerpo que pueden ser de gran utilidad en sus procesos de comunicación.
– Evite parpadear constantemente, puesto que ello denota vacilación e inseguridad.
-Procure que su mirada sea directa y establezca contacto visual con sus interlocutores, lo cual revelará sinceridad y decisión.
-No se muerda los labios ni se los humedezca con la lengua pues son señales de timidez, inseguridad, titubeo e indecisión.
– Mantenga la boca siempre cerrada y ambos labios unidos mientras escucha a su interlocutor. Esto muestra calma y seguridad en sí mismo. La boca abierta y la mandíbula caída sugieren nerviosismo, prisa, asombro y sorpresa.
-Mantenga siempre una posición apropiada y evite los movimientos constantes, ya que denotan intranquilidad, nerviosismo, temor y falta de control.
-Manténgase atento pero impasible mientras otros le hablan. Evite hacer movimientos con su cuerpo ante una frase que le provoque sorpresa o con la que no esté de acuerdo. Haga saber su opinión en el momento oportuno, no antes.
-Controle el movimiento de sus manos y manténgalas visibles.
-Su voz debe tener un tono moderado, sin titubeos. Una voz vacilante transmite inseguridad y timidez. Generalmente revela que la persona no domina la materia de la que se está hablando o que sus conceptos no son firmes ni definidos.
-Mantenga siempre el control de sí mismo, aunque se vea involucrado en una discusión intensa.
-Si desea ganar la confianza de un auditorio situado frente a usted, no se siente detrás de un escritorio o un atril e intente integrarse; adecúe su vestuario a las características sociales y económicas del entorno
– Trate de no cruzar los brazos al frente pues es una actitud de defensa o de rechazo.
– No cubra su boca con las manos mientras habla puesto que denota que o no se está diciendo la verdad o que hay inseguridad de su parte.
Por último: trate de mantener una postura relajada.
Una toma de conciencia del lenguaje corporal es a menudo la llave de las relaciones personales y puede ser el secreto que permite a muchas personas anticiparse a los pensamientos de otros, e incluso a manejarlos. Si nos hacemos conscientes de nuestro lenguaje corporal cruzaremos muchas barreras defensivas y estableceremos mejores relaciones.
Paloma Hornos