Consumo ético y sostenible
Comenzamos a padecer las consecuencias del cambio climático, con graves repercusiones sobre nuestra vida. Así mismo la degradación medioambiental a la que sometemos a nuestro planeta desde hace más de medio siglo está provocando efectos negativos irreparables. Salvo que tomemos conciencia de ello y empecemos a pensar con una mentalidad biosostenible, nuestro planeta dejará de ser habitable para las generaciones que nos sucedan. Tomar una actitud biosostenible afecta a todos los ámbitos de nuestra vida: transporte, energía, higiene, alimentación,… Es decir, afecta a nuestros hábitos de consumo.
Se le llama consumo sostenible al uso de productos y servicios, lo más respetuosos posible con el medioambiente, que proporcionen una mejor calidad de vida minimizando el uso de recursos naturales, la utilización de materiales tóxicos y las emisiones de desperdicios y contaminantes, de forma que las necesidades de futuras generaciones no se vean comprometidas. Además esos productos y servicios deben tener requisitos éticos cercanos al del comercio justo, es decir, deben obtenerse respetando culturas indígenas, derechos humanos y derechos de la infancia.
El término desarrollo sostenible aparece por primera vez en el Informe socio-económico Brundtland, elaborado por distintas naciones en 1987 para la ONU. Se definió como. “aquél que satisface las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones”.
En lo que se refiere a la economía domestica, el consumo sostenible y responsable supone un ahorro a medio plazo. Sin ir más lejos, las bombillas de bajo consumo son efectivamente más caras que las tradicionales pero en poco tiempo su uso se reflejará en un abaratamiento del recibo de la luz.
Puesto que el ahorro energético es un aspecto a tener muy en cuenta en lo que se refiere a consumo responsable y un importante ahorro en la economía del hogar, el consumo sostenible y responsable supone un beneficio general tanto a nivel ecológico como a nivel de economía familiar.
Existen una serie de creencias muy arraigadas en la sociedad que suponen un serio obstáculo para el consumo sostenible
- No se encuentran con facilidad bienes o servicios comprometidos con el medio ambiente.
- No existe suficiente información sobre el impacto ambiental y el beneficio que supone su consumo.
- Esos productos y servicios se consideran más caros y de peor calidad
- Las estrategias comerciales son más pobres
- Las normas de etiquetado son poco conocidas por el consumidor.
- Como su consumo no está muy generalizado, se piensa que ” el que sólo yo los compre no mejora en absoluto la situación del medio ambiente”.
En diversos países existen programas de concienciación que incorporan conceptos de consumo sostenible al colectivo de la sociedad. Ello se consigue gracias a:
- Guías sobre eficiencia energética, uso de agua y otros recursos.
- Creación de una industria de subproductos que promueva el uso de los residuos como materia prima en otros procesos productivos.
- Promoción del “comercio verde” para la comercialización de productos más respetuosos con el medio ambiente.
- Apoyo a iniciativas que permitan instalar y difundir prácticas ecológicas en la industria y en el sector académico.
- Desarrollo de campañas de etiquetado de productos, que promueva en los consumidores la costumbre de leer las etiquetas de los productos que consumen para que, a partir de ello, puedan seleccionar aquéllos más respetuosos con el medio ambiente.
Entre los objetivos de estos programas se persigue minimizar el uso de recursos, reducir la contaminación y disminuir la generación de residuos, concienciar al consumidor sobre de su capacidad para impulsar un cambio social hacia la sustentabilidad, fomentar en toda la sociedad patrones de consumo más sostenibles y estimular la participación empresarial para promover acciones e inversiones que induzcan a hábitos de consumo más responsable.
El PNUMA (Plan de Naciones Unidas para el Medio Ambiente) se concentra en entender cómo se impulsa el consumo y trata de utilizar esa información para promover mejoras en productos, servicios, infraestructura, marcos legales (gobiernos) y facilitar la concienciación y participación activa de los consumidores.
Afortunadamente, los consumidores están cada vez más interesados en el mundo que se encuentra detrás de los productos que compran y los involucrados en la cadena del ciclo de vida de los productos (productores, consumidores, gobiernos, etc.) asumen su responsabilidad de forma activa.
Está claro que el consumidor individual no puede lograr los objetivos de un consumo sostenible, por eso es responsabilidad de todos los estamentos: Gobiernos, industria, ONGs, consumidores etc. Según plantea Naciones Unidas, los consumidores tienen la obligación que promover cambios en sus estilos de vida a la vez que tienen el derecho de recibir información adecuada, ayudas, infraestructura e incentivos fiscales además de mejores productos y servicios.
Maripi Gadet