Lo “normal” y la “mayoría”
Decía Mark Twain: “Cada vez que te encuentres del lado de la mayoría, es tiempo de hacer una pausa y reflexionar”.
Encontrarnos entre la mayoría nos aporta la falsa sensación de seguridad que genera la pertenencia a un grupo; hace que nos sintamos aceptados, no cuestionados, y nos lleva, a toda costa, a evitar el riesgo de desentonar.
Desde que nacemos vamos adoptando creencias, valores, miedos, actitudes del entorno en el que crecemos, y todo eso se convierte para nosotros en “lo normal”, que se ve apoyado por la opinión de “la mayoría”. Pertenecer a lamayoría impide que vivamos nuestra propia vida, la que nosotros decidamos, recorrer nuestro propio camino. Por el contrario, hace que nos conformemos con vivir una vida que seguramente no es la que vimos en nuestros sueños.
Todo lo que se sale de lo normal, sin duda, nos llama la atención. Es todo aquello que se sale de nuestros estándares, lo que no es cotidiano, lo excepcional. Cuando vemos algo extraordinario, distinto a lo que estamos acostumbrados, en seguida nuestro cerebro se esfuerza en catalogarlo y meterlo en el cajón de aquello que entendemos como normal. Cuando no podemos encasillarlo, lo juzgamos, lo criticamos e incluso lo discriminamos.
Desde niños nos inculcan que todos somos iguales, con independencia de nuestra raza o clase social, en la Biblia nos transmiten la idea de que todos somos hermanos e hijos de Dios, pero la realidad es bien distinta: cada uno somos un universo independiente de anhelos, virtudes, aficiones, sueños, manías… Somos seres totalmente independientes, diferentes los unos de otros y lo único importante es aprender a respetarnos, a comprender nuestras diferencias y a convivir unos con otros.
¿Quién puede afirmar, de forma categórica, que algo es “normal”?
¿En base a qué? ¿Comparándolo con qué?
Paloma Hornos