Exprésate con tu cuerpo
En la mayoría de los pueblos primitivos las danzas rituales han servido para celebrar ceremonias y expresar todo tipo de sentimientos. Siempre han ocupado un relevante protagonismo en rituales de fertilidad, fiestas religiosas, guerreras, de adoración o invocación, alumbramientos y otros muchos acontecimientos de la vida. A lo largo de la historia el hombre ha sabido aprovechar los magníficos beneficios que otorga el movimiento. Un inmenso caudal de propiedades que en la actualidad vuelven a utilizarse con fines terapéuticos. En la nueva sociedad del siglo XXI existe un creciente interés por las terapias alternativas. Es probable que el origen de esta necesidad radique en los numerosos condicionantes de la forma de vida actual que nos empujan hacia un exceso de estrés. Las múltiples obligaciones cotidianas nos restan tiempo para el ocio. El absorbente y trepidante ritmo de trabajo, el cansancio acumulado, la vida sedentaria y los numerosos problemas son algunas de las causas que generan uno de los males más comunes de esta década, el estrés.
Por lo general estas terapias de expresión corporal se fundamentan en la investigación sobre la comunicación no verbal, el análisis del movimiento y la psicología del desarrollo humano. A través de ellas se consigue que interactúen el cuerpo y la mente para liberar emociones y sentimientos ocultos anclados en el subconsciente. El movimiento posibilita la expresión emocional de sentimientos que no se pueden expresar con palabras. Prestigiosos profesionales afirman que practicando asiduamente estas psicoterapias la creatividad y la expresividad aumenta, facilitando el desarrollo psico-social, cognitivo y afectivo del individuo. Se ha demostrado su eficacia en el tratamiento de niños con dificultades de integración y problemas de aprendizaje, y en adultos con baja auto-estima, ya que ayuda a la auto-aceptación. Contribuyen a mejorar desordenes emocionales, estrés, ansiedad y superación de adiciones. Aumentan el potencial creativo y expresivo y son una excelente herramienta de auto-conocimiento y crecimiento personal.
Con el movimiento, progresivamente se fortalecen los músculos, se alcanza mayor elasticidad, e incluso, se pueden mejorar y corregir hábitos posturales. Se suavizan las formas del cuerpo y se adoptan movimientos más naturales, mejorando el aspecto de la imagen personal. Como consecuencia, acrecientan la autoestima, afianzan la confianza en si mismo y dejan que la belleza natural resurja. Para sentirse bien y encontrase atractivo necesitamos aceptarnos y respetarnos. Cuando estamos a gusto y conformes con nuestro aspecto externo somos más felices, estamos más radiantes y mejoramos la conexión con el mundo externo que nos rodea. Además, si nos sentimos bien físicamente se refleja de manera positiva en la mente y el espíritu, lo que se traduce en una mejor calidad de vida.
Por lo general, son métodos accesibles para personas de todas las edades y su puesta en práctica resulta divertida, ya que al fin y al cabo, se trata de bailar libremente o de preparar sencillas coreografías. En definitiva, de disputar del placer de moverse.
EQUILIBRIO A TRAVES DE LA BIODANZA
La Biodanza es un sistema de crecimiento personal creado por el psicólogo y antropólogo chileno, Rolando Toro, que utiliza el lenguaje del movimiento, la música, la emoción y la comunicación para estimular el potencial humano. Tras numerosas experiencias clínicas Toro llego a la conclusión de que la música tiene un poder curativo capaz de modificar estados físicos y emocionales y que, además, cada perturbación requiere unos determinados estímulos musicales. Su creador la define como “un sistema de integración afectiva, renovación orgánica y reaprendizaje de las funciones originales de la vida”.
Es conocida también como ‘Danza de la Vida’ y contribuye a estimular las cinco líneas básicas de expresión: vitalidad, sexualidad, creatividad, afectividad y trascendencia. Durante una sesión de Biodanza se utilizan secuencias de ejercicios inducidos y estimulados por determinadas músicas, cantos y danzas.
Su práctica habitual contribuye a lograr un equilibrio fisiológico y mental. Activa los procesos de reparación celular, equilibra las funciones biológicas, disuelve las tensiones, refuerza el sistema inmunológico, eleva la autoestima, favorece el buen humor, ahuyenta el estrés y mejora el contacto interpersonal. También ayuda a aprender a escuchar a los instintos y a interrelacionar mejor el sentir y el pensar con el hacer.