Un estudio revela que algunos animales pueden utilizar infraestructuras humanas para reducir los riesgos de depredación.
Un equipo de investigadores de la Estación Biológica de Doñana, del CSIC, ha revelado que determinadas especies, como el chotacabras cuellirrojo, son capaces de emplear caminos y cortafuegos como mecanismo de protección frente a cambios bruscos en la abundancia de depredadores.
El estudio, publicado recientemente en la revista especializada Ecosphere, una de las revistas de la Ecological Society of America (ESA), ha sido el resultado de la observación, durante más de cincuenta jornadas nocturnas, de las interacciones entre zorros, conejos y chotacabras, tres de las especies que conviven en estos “hábitats borde” ¬–áreas de transición entre diferentes ambientes– que conforman los caminos del Espacio Natural de Doñana.
En opinión de Carlos Camacho, autor principal del trabajo, “el hecho de que algunos de los animales que habitan zonas humanizadas sean capaces de responder de forma tan rápida a cambios drásticos en la presión de los depredadores constituye un resultado esperanzador teniendo en cuenta la capacidad del ser humano para modificar cualquier hábitat en un tiempo récord”.