Hace milenios que culturas orientales utilizan cuencos de metal con fines terapéuticos y meditativos. Los cuencos de cristal de cuarzo poseen una estructura molecular interna en forma de espiral, muy similar a la del ADN y proyectan un modelo de onda alfa igual al que emite el cerebro en estado de relajación profunda.

Su sonido desbloquea y armoniza la energía, contribuyendo a encontrar un equilibrio físico, emocional, mental y espiritual. Los sonidos y vibraciones de los cuencos de cuarzo tienen la propiedad de modificar las ondas cerebrales, favoreciendo la relajación. Por el principio de resonancia, una vibración más intensa y armónica contagia a otra más débil o disarmónica. Su honda sinusoidal crea un sonido multidireccional de elevada frecuencia, que se expande por todo el organismo. La vibración repercute en la columna vertebral que actúa como vehículo de resonancia, extendiéndose a través del sistema nervioso a células, tejidos y órganos.

El terapeuta hace sonar los cuencos cerca del paciente para canalizar tanto el sonido como la vibración. El cuenco se activa golpeándolo ligeramente, obteniéndose un sonido similar al de una campana. La frotación circular del borde superior genera la vibración terapéutica.

Científicos estadounidenses aseguran que esta vibración estimula a las neuronas a realizar sus conexiones, lo cual influye en la capacidad cerebral y en el desarrollo de la conciencia. Su poder armonizador produce un reordenamiento de las energías que favorece un desbloqueo energético y emocional. Mejora el sistema inmunitario, la depresión, estados de ansiedad, tristeza y estrés. Es eficaz en el tratamiento de hiperactividad, insomnio, desórdenes en la falta de concentración y dificultades de aprendizaje.

    Maripi GADET

Autora de “Secretos de Belleza Natural” editado por Grijalbo