VIÑEDO DE MIEL
El 90 % de la superficie de un viñedo está desaprovechada. El espacio entre cepa y cepa suele estar vacío. En ocasiones, donde el clima lo permite, se planta césped para mantener la humedad del suelo. Tras varios años de experiencia e investigación el paisajista Javier Domínguez ha diseñado un interesante sistema de aprovechamiento para los cultivos que se plantan en hileras, cuya separación entre línea y línea de cultivo, es terreno carente de rentabilidad.
Actuar adecuadamente sobre ese 90% del terreno implica favorecer la humedad y resistencia del terreno, mejorando considerablemente su equilibrio y riqueza mineral. Aprovechar el área entre cada cepa puede contribuir a preservar cepas más sanas y mejorar la calidad de los caldos. Allí donde el cambio climático es acusado, el calor reseca esa porción de terreno inculto por lo que, a menudo, los viñedos han de ser trasladados a zonas de montaña. Si el viñedo se encuentra en terreno montuoso pierde tierra fértil con la lluvia, una razón más para preservar con una capa vegetal el espacio entre viñas.
La p
ropuesta de Javier Domínguez contempla sembrar estos espacios perdidos con plantas adaptadas al terreno, creando útiles corredores de flora y fauna. Un biólogo local puede ofrecer un elenco de plantas y flores de los parques naturales colindantes para ser plantadas entre las cepas, que serán resistentes a la sequía, sin gasto de riego y que proporcionen ese equilibrio mineral al viñedo. Plantas que serán pisoteadas durante el necesario laboreo de la viña pero que permanecerán durante la mayor parte del año. Por ejemplo, un pasillo central de gramíneas de 5 centímetros de altura y flores en peligro de extinción de 15 centímetros de alto a los lados. De forma complementaria a las flores y gramíneas es posible rodear con pellets la base de las cepas más expuestas a la erosión para aislar el terreno del calor y favorecer la putrefacción de la capa edáfica.
Puede apostarse específicamente por plantas medicinales, aromáticas de desarrollo alfombrado sin raíces profundas, incluso favorecer el desarrollo de alguna especia o seta. Aunar viñedos de miel con asuntos gastronómicos desarrolla la recuperación de herbolarios y recetas de cocina antiguas vallas de rosales, de piedra y arbustos, grandes tinajas que faciliten el riego de dichos setos naturales, cerámica decorativa formada por placas solares coloreadas en los muros, placas solares plegables, hileras de formaciones vegetales densas en los viñedos en colina para amortiguar el efecto del agua de la lluvia, parapetos de piedras encorsetadas en alambres, o zarzamoras son algunas de las muchas posibilidades paisajísticas que pueden integrarse.
La inversión es escasa: semillas y un pequeño vivero. En los viñedos con césped cabe implementar islas de polinización y zonas de flores complementarias a algunos árboles plantados de gran porte. Donde hay dos o más especies de hormigas la biodiversidad del suelo es más rica, y la cepa, consecuentemente, más sana. Existen algunos viñedos en la Rioja con olivos intercalados fruto de antiguas tradiciones agrícolas, que albergan varias decenas de especies de mariposas.
Para aquellos interesados en profundizar sobre este sistema pueden ponerse en contacto en proyectollley@gmail.com